Bueno, se ve que mi cerebro capta las cosas cuando se le canta.
Hace un mes atrás, los días posteriores al suceso más shock del año me tenían para abajo mal. Cuatro días? Cinco? Más de eso no. Seguí como pude con mi vida, aproveché para ponerle todas las pilas a la facultad, me ocupé de detalles que venía dejando de lado, etc. El sábado, y vaya a saber uno porqué ya que no era ninguna fecha importante ni nada por el estilo, se cayó el mundo encima mío, todo junto, de repente. Hermoso, básicamente. Todo lo que uno puede maquinar en un tiempo de proceso, lo que se tendría que haber dicho, lo que uno quiere decir ahora, y millones de cosas más, TODO ESO, en un solo día. Como si tu psiquis, o incluso tu organismo, estuviera preparado para tanta revolución interna. Ahora yo me pregunto, había necesidad? Yo sé que es cuestión de tiempo, que se tarda bastante para que las cosas se acomoden solas, pero tanto me tiene que costar asimilarlo? Ya me cansé, loco. Y saben qué me saca de quicio, así como mucho a tal punto de querer matar? Que me digan "sí, te entiendo", "sí, pasé por lo mismo". Eh, no. Te cuento que no. Sí, seguramente hayan pasado un momento similar donde tienen que superar algo y ponerle todas las ganas blabla, no tengo dudas. Pero nadie sabe lo que siento y cómo lo vivo porque nadie vivió lo que viví con él y ni lo que estoy padeciendo ahora. Que alguien me cuente de algun vínculo mínimamente parecido al que teníamos.
8 años acompañando la vida del otro; 6 de amigos (y no hablo de amigos para joder, charlar y boludear, no, hablo de amigos íntimos, confidentes, muy apegados, casi un vínculo fraternal) y 2 yendo, viniendo, saliendo, novios. Hay algo que nos une, no sé qué es, pero que siempre, a pesar de todo, permaneció y permanece ahí, intacto. Un "compañerismo" muy particular, muy único, y desde todos los rasgos que se lo pueda analizar. No tuve conexión así con nadie, pero con nadie en serio. No podría encontrar una palabra que pueda describirlo. Tampoco se qué clase de amor/afecto es, porque no lo había sentido nunca, hacia ninguna persona. Entonces, qué dicen entenderme? El único que lo puede llegar a hacer es él, y ni siquiera puedo hablarlo y desahogarme, compartirlo.
Sueno a pendeja caprichosa que no quiere dejarse ayudar, o que no quiere ponerle voluntad. Juro que no es así. Agradezco con EL ALMA lo que mis amigas y mi familia está haciendo por mí, lo que me están bancando y apoyando; no tengo manera de expresar mi gratitud. No me podría sentir más contenida, realmente que no, y eso me hace muy bien.
Y también tengo en claro que la gente sabe que necesito estos momentos, que me agarra la locura de querer mandar todo y a todos a la concha de su madre. Me pongo pesimista, molesta, mala, muy mala. Pero siento que es la primera vez que me permito sentirme así frente a algo que me duele y que me haya afectado tanto como esto. He pasado cosas grosas, pérdidas y situaciones límites para enfrentar, siendo mucho más chica y sin tener la capacidad suficiente como para pasarlo; la adquirís de golpe, te guste o no te guste. Y siempre tuve que estar fuerte, verme fuerte y seguir con lo mío. Lo tapaba, sí; me cerraba, sí; me hizo peor, obvio. Yo creía que eso estaba bien, que de esa forma manejaba todo de una manera madura. Error.
Hoy me siento realmente mal. Veo todo negro, como si estuviera en un pozo depresivo del cual no encuentro posible la salida. Es como si quisiera sentirme así. Estoy negada a todo: a seguir los consejos de mi psicóloga o hacer los ejercicios que me dijo que me harían mejor; a hacer meditaciones que me relajan el cuerpo y la mente; a leer los libros que siempre me levantan y me permiten ver las cosas de otra manera, con más energía y ganas, más positiva; y especialmente, a aceptar que las cosas, hoy por hoy, son así y me tengo que adaptar, tengo que empezar de nuevo. No quiero.
Lo peor de todo es que siempre odié a la gente así, a la que está mal y no hace nada al respecto. Pero la realidad es que, si bien preferiría hacer lo que sé que me haría bien y tomarme las cosas como solía hacerlo, hoy necesito darme el lugar a llorar, enojarme con la vida, putear y demás. Necesitaba sacarme la coraza que me cubría y abrirme un poco conmigo misma y, especialmente, con los demás. Debo admitir que me sacude un poco que me vean tan vulnerable y expuesta, tan "débil". Pero era hora.